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Localización
La pujante ciudad cristiana. Asolados durante las guerras civiles que sucedieron a la desaparición del califato, de los numerosos arrabales que configuraron la enorme ciudad califal, en el siglo XIII, cuando la ciudad es tomada por Fernando III, sólo pervive el de la Ajerquía. Se trataba de una zona residencial, protegida por el segundo cerco amurallado levantado por los almohades, mínimamente urbanizada entorno a los caminos originales que conducían a las puertas orientales de la medina. Tras la conquista, el propio monarca se instala en la medina, junto a la nobleza principal y el alto clero, repartiéndose la ajerquía entre el resto de nobles que acompañan al rey en la campaña, las órdenes religiosas y los florecientes gremios castellanos llamados a dar servicio a la nueva ciudad cortesana. Se inicia así el último momento de esplendor de la ciudad, que se prolonga hasta la consolidación del imperio español, tras la conquista de Granada y el descubrimiento de América, configurándose definitivamente la ciudad histórica que hoy disfrutamos.
Lejos de las rutas turísticas habituales, el caminante se adentra en la Ajerquía, el pujante corazón de la renovada ciudad cristiana, descubriendo calles inéditas, que rivalizan en belleza con aquellas más famosas de la ciudad alta, pero aventajándolas en sabor, pues han logrado escapar al inevitable mercadeo del suvenir barato y la taberna fast food, que pervierte buena parte del entorno de la Mezquita.